lunes, 6 de abril de 2009

SOBRE IZQUIERDAS Y DERECHAS”

Sobre Izquierdas y Derechas"
Mientras más reflexiono sobre esta distinción, menos la distingo, porque ambos términos -con más de 200 años en circulación- se han cargado de tantos calificativos positivos y negativos provenientes de defensores y detractores, que hoy tienen más fuerza emocional que precisión conceptual. Algunos relacionan la palabra izquierda con progreso, revolución, cambio, lucha, justicia social, comunismo, y otros con anarquía, improductividad, populismo; y derecha con orden, producción, desarrollo, unos, o con fascismo, desigualdad social, nacionalismo, otros. Cada activista político, situado según él en la derecha o en la izquierda, se presenta como liberal y demócrata, y tilda al otro de represivo, dictatorial o reaccionario, con buenos ejemplos de parte y parte. Son conceptos de impacto social e incluso existencial, y no pocas personas les han dedicado sus vidas. Pero el tiempo y los intereses políticos rompen barreras semánticas y así el sentido preciso naufraga en palabrería. Para entenderlos un tanto debemos ir al origen y a su aplicación política real.

La distinción se remonta a la Revolución Francesa, cuando en la Asamblea Nacional los partidarios de conservar la organización tradicional –la Monarquía- se colocaron a la derecha de la tribuna, y a la izquierda los más radicales, quienes proponían cambios según las nuevas ideas de libertad y de progreso. En décadas posteriores quienes defendían el orden social y político establecido, enfatizando el capitalismo, representaron la derecha del espectro político, mientras se tildaron de izquierda las fuerzas críticas del sistema, que reivindicaban los valores de justicia e igualdad real con tesis socialistas.

El hecho histórico indiscutible es que desde siempre han existido dominantes y dominados, ricos y pobres, y esta brecha ha persistido por igual en regímenes llamados de izquierdas y derechas, capitalistas o comunistas. Si bien tal brecha fue planetaria y monstruosa hasta iniciado el siglo pasado, el mundo ha cambiado; en muchos países emprendedores donde luchan al unísono para alcanzar metas comunes de bienestar y desarrollo, los pobres se han aproximado a los “ricos” y las fronteras clasistas y racistas se han difuminado. Mandela y Obama son buenos ejemplos de ello. En otros países, como Colombia, donde nos toca invertir gran parte del presupuesto no en la defensa externa, sino en la interna, todos son cada vez más pobres (excepto un puñado de monopolistas y narcos sobrevivientes). Así que la brecha cantada en los discursos izquierdistas entre propietarios y trabajadores, es ahora anacrónica; la brecha actual es entre trabajadores Sean gerentes u obreros) y desempleados.

Lo curioso es que quienes todavía se aferran a la distinción y de paso le imprimen características morales a unos e inmorales a otros, califican a cualquier oponente de derechista y superficial; lo grave es que muchos prefieren los gritos, las consignas y murallas a la razón y los argumentos. Pero les concedo que hay personas que estudian la política con uno solo de sus ojos, y algunos de ellos propinan izquierdazos y derechazos.

Sin duda cualquier autodenominado “izquierdista” estará de acuerdo con la siguiente definición descriptiva que presenta un notable izquierdista francés, H. Weber, en su librito titulado La Izquierda explicada a mis Hijas (FCE, de 80 páginas que vale sólo 34.000 pesitos): “La izquierda es ante todo un a actitud frente a la sociedad basada en una concepción del hombre. Son de izquierda los que no se resignan a la injusticia, el desatino, la violencia, la barbarie del mundo. Los que ven la responsabilidad de dicha situación en la mala organización de la sociedad y no en la voluntad divina o la naturaleza de las cosas. Los que pretenden mostrar el cambio al mundo mediante la acción colectiva para hacerlo más conforme a los valores que sostienen: libertad, igualdad, solidaridad, razón, derechos humanos, democracia, defensa de la naturaleza”.

Extraño, por decir lo menos, que hubieran ignorado tan autorizada caracterización grandes líderes autoproclamados izquierdistas como Stalin, Mao, Castro, Pol Pot, Chávez, Ortega el “nico o nica”. Pero si eso es ser de izquierda, yo también lo soy, al igual que quienes creemos en el humanismo, y otros tildados de derecha como nuestro actual presidente. La tinta roja o azul es mero maquillaje. Como bien ha demostrado la historia reciente, las izquierdas en cuanto toman el poder asumen los vicios que le atribuyen a la derecha y luchan... pero para defender su orden establecido (¿Chávez?) o para acabar con la pobreza, empezando con la propia (¿Ortega?). Si no, veamos a lo que le ocurre a Fidel Castro y a su gobierno; le sucede como al cuerpo humano: el lado izquierdo se rige por el hemisferio cerebral derecho.

No es correcto fabricarse hermosas definiciones de lo que uno cree, le gusta o profesa para luego endilgárselas No señores: las palabras tienen un núcleo significativo propio y no el que forzamos en nuestro favor; uno es lo que es y las cosas son como son, no como nos las imaginamos.

Y para rematar mi punto de vista, citaré un autor que casi todos respetamos: don José Ortega y Gasset, quien en su obra La Rebelión de las Masas ¡de 1937!, escribió:

“...La misión del llamado “intelectual” es, en cierto modo, opuesta a la del político. La obra intelectual aspira, con frecuencia en vano, a aclarar un poco las cosas, mientras que la del político suele, por el contrario, consistir en confundirlas más de lo que estaban. Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral. Además, la persistencia de estos calificativos contribuye no poco a falsificar más aún la “realidad” del presente, ya falsa de por sí, porque se ha rizado el rizo de las experiencias políticas a que responden, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas proponen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías” (Ed. Círculo de Lectores, pp. 187-188).
Y conste que son ideas expresadas hace más de medio siglo. Como escribió el filósofo Julián Marías en el prólogo de 1982, “Este libro... es más verdad que cuando se escribió; ahora es cuando de veras empieza a resplandecer su significación; sirve para entender el mundo de entonces, pero todavía más aquel en que estamos…”. Y ahora, con “izquierdistas y derechistas” en el panorama político nacional, veremos si los orteguianos tenemos razón o no.

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